sábado, 29 de noviembre de 2008

LA FIESTA por Rosa María Arroyo

Como todas las mañanas, Navacerrada le saluda con su camisa blanca medio abotonada. Le gusta ver desde la cama el paisaje que le ofrece el amplio ventanal en estos abruptos despertares. Aún le duele la cabeza y no se puede levantar; recuerda que anoche estuvo de fiesta. Fue increíble: demasiado alcohol, música alta y... ese baile que...

¡Oh, Dios, qué maravilloso baile con S.!, mis pies se movían con espasmos al ritmo caliente de una bachata. Ella arrimaba su cuerpo tostado y tropical a mis caderas marcando el compás caribeño con sus curvas, al tiempo que sentía su aliento pegado a mis labios, susurrándome. La noche se estaba haciendo eterna con el ron bebido sin esperas, con ansia infinita, interminable... Me desnudó, y cuando sus manos apremiantes tocaron mi pecho... yo ya estaba camino del cielo..., borracho, pero negándome a abandonar el mundo sobrio de la fiesta alocada que estaba viviendo. Luego, no recuerdo. ¡Maldito alcohol! Me quedé dormido y no sé si le hice el amor a S.

(S. entra en la habitación)

- Buenos días, Manuel, ¿cómo te encuentras esta mañana? El médico no tardará en llegar. Menudo susto el de anoche, casi te vas; la parada cardiaca nos ha tenido las horas pendientes de ti. ¡Uy!, no me mires con esos ojitos de cordero degollado, hoy no tendrás rehabilitación, no. ¡Ah!, y te recuerdo que en dos semanas te traen la nueva silla de ruedas...


Rosa M. Arroyo

LA PRIMERA VEZ (crisis irresoluta) Por Ernesto G.

Sucedió en el Metro, de Praga. Protagonista activa: una chica bellísima, rubia, con ojos de aguamarina, con aires nórdicos, iba sentada en el Metro junto a uno de los amplios ventanales, y la luz solar la iluminaba cual si fuese una "Minerva" entronizada. Ante ella, de pié, sujetándose a una vertical barra metálica, nuestro protagonista pasivo: varón de unos 74 años de edad, sin haber perdido la juventud de su carácter, dinámico, comunicador, optimista, observador, con recalcitrantes inclinaciones de autoestima, seguro de sí mismo, galante y caballero según catalogaciones ajenas. Todo venía a converger en mi persona, pues era yo mismo.
El Metro iba rebosando de viajeros, con todos los asientos ocupados y apretados grupos que permanecían de pié durante el trepidar del trayecto
Por sorpresa, la chica rubia se levantó de su asiento y con una sonrisa angelical acompañada de un inequívoco gesto, me brindó su asiento.
En verdad que me ví sorprendido, pero mi reacción fue tan rápida como un resorte, y, naturalmente, rehusé el ofrecimiento revistiéndome con una careta de fingida gratitud…
Reacciones múltiples, paralelas e internas, me dictaban, todas a la vez, reflexivas consideraciones, que conscientemente quería rechazar. Tales como: "Bueno, ¡vaya por Dios!, es la primera vez que me ocurre esto", o, "…y es que es verdad, no sé quién me dijo que a partir de los 60 nos volvemos invisibles, aunque ya acuso que con algunas lamentables excepciones, pues hoy me he hecho bien visible", o, "debo de inspirar veneración" ¡¡¡puaschhhh!!!, o, "¡qué viejo soy!" …para , al final, convencerse de que a estas alturas es yá muy difícil (aunque sigo creyendo que posible) "comerse una rosca". En fin, que las crisis se manifiestan cuando ménos uno se lo espera.

Ernesto

ADIÓS EN UN JARDIN por Mariángeles Cantalapiedra

Eran las cinco de la mañana, como la canción, cuando su corazón de nata estalló por las patadas de un miserable… Fue hace una semana y sigo pensando en ese muchacho de apenas dieciocho años. Me digo "Podía haber sido uno de tus hijos" y se me sigue helando el ánimo mientras la sangre hierve.

Hay un mundo, al cual aunque no me guste yo también estoy metida en el engranaje, que funciona con nuestro consentimiento a pesar de ser vil y oscuro. Actúa con total impunidad. Un fajo de billetes para mirar hacia otro lado, una irresponsabilidad e ignorancia de los padres. Unos profesores, a veces atados de manos, otras, no cualificados, contribuimos a que el alcohol, las drogas y personajes siniestros sigan girando alrededor de los cachorros del futuro.

Y mientras, nuestros jóvenes sortean toda clase de experiencias y algunas se las podíamos evitar porque, ¿qué aporta una borrachera tras otra y una o mil rayas?
Quizá, si esos locales, que se mantienen gracias a nuestros jóvenes, fueran de verdad sancionados y vigilados por las instituciones, hoy ese muchacho, una semana después, estaría volviendo a casa, un fin de semana más de su larga vida. Porque Álvaro estaba comenzando a recorrer su juventud y le esperaba un mañana que un miserable se lo truncó.

Nuestro presente sólo habla de crisis y recesiones financieras, ¿acaso nuestros zagales no están inmersos en la peor depresión?

Hoy, me he despertado comprendiendo más a mis jóvenes, metiéndome un poquito más en su piel; sé que me necesitan y aquí estoy, ESTAMOS TODOS.

Mariángeles Cantalapiedra

DIFÍCIL DECISIÓN por Lola Bertrand

Cuando una se pone enferma en serio no tiene ni la menor idea de la cantidad de decisiones que ha de tomar de lo más extraño y dificultoso.Tengo una pequeña mini-crisis ya que los derroteros de mi enfermedadhan llegado al punto crucial de que me enfrente a la verdad: ¿deseo quedarme calva o por el contrario quiero tener la piel azul…?¿A que alucina todo esto? , pues es la "puritita" verdad. Mi santo esposo me prefiere azul. Yo opto por calva ¿Qué hago? Os explico: ya sé que no os estáis enterando de nada, pero ya os comenté que estoy en mini-crisis… Como ando con el rollo de la quimio y ya sabéis que dicen que se cae el pelo, de momento no se me ha caído, pero previniendo tal eventualidad uno de mis hermanos – el más existencial- me ha traído un mejunje hecho con agua destilada y algo así como enriquecida con iones cargados de partículas de plata, le llama "plata bebible", y - dice- es un potente antiséptico que impedirá que se me caiga el pelo pero tiene una sola contraindicación: la piel se te va convirtiendo poco a poco en azul…Al principio me hacía gracia eso de tener la piel azulada ¡qué romántico!, pero después pensé:"Pelirroja y con la piel azul me van a llamar La Pitufa y no me va a hacer ninguna gracia, además el azul se va intensificando hasta quedar añil y en ese caso parecería Visnú… No sé, no me convence. Yo me bebo el agua y me miro al espejo a ver el color de mi tez…? Nada, por otra parte, examino las ventajas de quedarme calva , una que se me ocurrió es bastante buena: No tendré que dar explicaciones a nadie de por qué estoy más delgada y más vieja: todo el mundo sabrá que tengo cáncer. La otra es monetaria: me ahorro un pastón en peluquería y champuses, no me tengo que peinar y además me puedo tatuar algo bonito – como un libro por ejemplo- en la cabeza…En fin aquí ando dándole vuelta a las opciones que tengo ¿Qué haaaagggooo?Ayuda…

Lola Bertrand

jueves, 20 de noviembre de 2008

¡BENDITA CRISIS! por José Dávila Arellano (Rafael)

Dos exitosos empresarios que ya peinaban canas y generoso vientre descansaban en el lujoso espacio de una oficina en el piso 40 de latorre de cristal más alta de la ciudad bautizada como "La Cueva de Ali Babá", por registrarse en su seno cuantiosas negociaciones bursátiles de dudosa legitimidad..Los dos vestían trajes de corte inglés. Impecables en su presentación: similares anillos con sendas esmeraldas engastadas conarte exquisito. Además se adivinaban sus resplandecientes relojes de oro y su pisa corbatas con un diminutos diamantes incrustados. Lustrosos, inmaculados, sus zapatos de charol.La mar de acicalados y perfumados.Un pesado silencio les envolvía mientras a través de los grandesventanales contemplaban la ciudad a sus pies. Era notorio que meditaban y en sus semblantes se dibujaban inequívocos rasgos de contubernio.Uno de ellos, Amado Torre Blanca, se mostraba impenetrable. Sus pensamientos estaban muy lejos de ahí. Su colega, Carlos Ibarra de la Fuente, se mantenía firme con las manos entrecruzadas a la espalda.Ambos eran conocidos como los zares de la industria textil. Una dupla temible, reconocida por sus influencias con el gobierno y lafortuna económica de la que gozaban con base en diversos monopolios de insumos para el sector industrial.-¿Pero qué fue lo que sucedió? –preguntó intrigado Amado-Muy sencillo: que nos alcanzó la crisis- respondió Carlos.-¿Perderemos dinero?-Aunque remoto, en este mundo todo es posible.-Tiempos de ser cautos, pero no tontos –subrayó Amado.-Por supuesto.-Tenemos que ser muy discretos.-La especulación no está en mi diccionario. Yo diría que son tiempos de oportunidades –enfatizó Carlos-¿Cómo has resuelto tus problemas?-Reduciendo gastos, cortando nóminas, facturando en falso. Por lo pronto cerrando 12 fábricas y despidiendo a tres mil trabajadores.-¿Los indemnizaste?-¡Por supuesto que no!– advirtió Carlos cortante y después, esbozando una sonrisa sarcástica, confesó: "Me declaré en quiebra…"- Bien hecho – aprobó Amado- Hay que defender nuestro patrimonio ydeshacernos de la mano de obra. El cese que he ordenado ya alcanza a1,500 obreros y todavía me faltan los oficinistas. De alguna a forma hay que "capotear" la situación y defender nuestro pátrimonio ¿nocrees?-No hay otra solución.-¿Esperas protestas? –cuestionó Amado.-Las de siempre: asambleas, marchas, "plantones" y huelgas de hambre como forma de expresión. Allá ellos y su estómago. Ya se cansarán…Eltiempo los doblegará.-Pobres diablos –expresó despectivamente Torre Blanca- Por lo pronto hay que bajar la producción a fin de provocar escasez y por lógicaincrementar los precios. La especulación es la mejor fórmula parasortear la crisis.-Cierto.Estaba claro. En sus cabezas revoloteaba la misma interrogante: ¿Cómo duplicar su dinero ante una coyuntura que les era favorable? Había que aprovechar las ventajas de una recesión económica que extendía sus devastadoras repercuciones a nivel mundial.-Hay que aprovechar la oportunidad que nos favorece y ojalá los mercados sigan a la baja y nuestras ganancias a la alza –advirtióAmado.-Cierto –volvió a reafirmar Carlos y preguntó a bocajarro: "¿Dónde tienes tu dinero?"-En Mónaco. Allá está más seguro y sin pagar impuestos –informó Amado-¿Y tú?-En las islas Caimán. Son un paraíso fiscal…-¡Eres un ladrón!-¡Y tú un desalmado especulador! Ambos rieron desfachatadamente y se trasladaron al bar para brindarpor sus triquiñuelas económicas.Tras chocar las copas de coñac, Amado preguntó: "¿Y qué piensas hacer mientras prevalezca la crisis?"-Para matar el tiempo, me voy a un crucero a Indonesia, Malasia,Tailandia, Kuala Lumpur y Singapur. Ni modo…¿ Y tú en qué harás?-Ya lo tengo decidido; me voy a África. Tengo afinidad por lasfieras, especialmente por el león.-¿Te crees un león?-¡Por supuesto! -reafirmó Amado con el orgullo a flor de pecho-Brindemos otra vez.-¿Y ahora por qué?-¡Por la bendita crisis…! –propuso Carlos con endiablado cinismo.Los dos bebieron, sintieron la placidez del calor interno que les provocaba la bebida y sus apetitos financieros se despertaron aún más, mientras contemplaban por el ventanal la ciudad a sus pies.
J.D.Arellano

ROSA por Mª Ángeles Cantalapiedra

Hoy me siento cursi…, será la crisis quien me provoca este estado anímico abocado a poner lazos rosas a mi vida acribillada de morosos y yo persiguiéndoles con mi esmoquin…, también en tono rosa.
No obstante, antes de acudir a un especialista, he querido saber de mi mal, y al primer lugar que acudí fue a un diccionario que ponía lo siguiente "Cursi es aquel que pretende ser elegante o refinado sin serlo, resultando ridículo"… ¡Horror!, ¿ridícula yo? Imposible. Pero a pesar de semejante ofensa, he pensado que el librito tan cargado de sabiduría lo forraría para que no se me estropeara…, en rosa sería una funda que me inspiraría a volver a consultar cualquier duda.
Después, me he quedado pensando si esta aproximación a la cursilería sería pasajera o temporal. Conociéndome como me desconozco, pensé que lo mejor era llamar a algún enemigo o a persona que yo, con lo rosa que soy, le cayera lo que vulgarmente se dice por "gorda" porque, además, me pasa como a Carmen Posadas, la escritora, que siempre ha estado muy agradecida a quienes por el camino directa o sutilmente la han puesto la zancadilla o dicho de ella palabras sin son, ya que gracias a esas almas angelicales, ella ha aprendido mucho y bueno… Yo, igual. Es más, si confesaran públicamente, les regalaría una… rosa.
… Y es que en tiempos de crisis, lo mejor es ver y tomarse las cosas de color de rosa. La realidad no va a dejar de ser lo que es, pero mientras tú las miras apastelada, no sufres.
Sí, quizá por eso sea o quiera ser… cursi, por supuesto.

MªÁngeles Cantalapiedra

CRISIS POÉTICA por Pilar Moreno Wallace

A veces, en estas tardes cómplices de emociones de las que no sé todavía sus nombres, crece una prosa torpe que distrae mi sosiego con imágenes que no conozco. Es la tragedia de una falsa calma con acentos dispersos del azar, es la palabra entregada a un sacrificio inútil, gesto primario y de dudoso camino de renuncias. Entonces, a veces, intento recuperar todo mi empeño varado en soledades de tinta; quiero tener de nuevo el lenguaje sin fronteras mal entendidas, y busco mis cuadernos rotos, la lengua que se escapa, mis páginas desnudas para cubrir la soledad blanca del papel. Hago de la lucha un compromiso para superar la magia triste de estas tardes cómplices de aceptada melancolía, que asedian mi tiempo con sombras y errores furtivos. Este dilema se hace verdugo inapelable y con un resplandor voraz de silencios, derrota todas las desganas y los no nombrados miedos, hasta devolverme las huellas que tenía perdidas, las letras fugadas, el lenguaje y la pasión por escribir.
Pilar

Lola baila en tiempos de crisis por Mª Ángeles Cantalapiedra

-Bien, os vais a poner en dos filas, una enfrente de la otra… Por favor, ¿qué hacen esas dos señoras del fondo?
-¡Hola! Yo soy Lola y esta mujer tan reducida que está a mi lado es Mari Pili. Somos nuevas y tenemos el ritmo metido en el cuerpo. Haremos un gran papel.
-¡Bienvenidas, Lola y Mari Pili!... Hoy vamos a comenzar con el ritmo del…
-Seño, disculpe, ¿podíamos comenzar con una jota? Mari Pili fue campeona de salto de potro en el colegio y la jota la borda.
-No, Lola. Comenzamos con unos pases de tango. Poneros en parejas. Mano en el hombro, pierna izquierda en la entrepierna del compañero.
-Seño, seño, yo a Mari Pili no la meto la entrepierna, me parece de mal gusto.
-Lola, cállate que nos van a echar.
-No, mona, no nos echan. Hemos pagado.
-Lola, que son clases gratuitas.
-¡Ostras! Qué guay, no me lo habías contado. ¿A quién has engañado?
-¿Cómo qué a quién he engañado? A nadie. Pagamos nuestros impuestos y tenemos derecho a ciertas prebendas.
-¿Qué prebendas ni que gallo muerto, Mari Pili? A mi Pepe le quitan un Potosí de su sueldo todos los meses para bóvedas de alianzas y decoración de despachos ministeriales aprovechando ahora que estamos en crisis. Así que de gratis ná. En resumiendo, no nos pueden echar, hemos pagado… Seño, seño…
-¿Qué, Lola?
-Mientras bailan el tango y se meten piernas unos a otros, ¿Mari Pili y yo podemos bailar la jota? Mari Pili baila, baila, que vean qué gracia tienes…
-Lola, qué vergüenza. Cállate.
-Mari Pili no me seas estrecha. Nunca habrás tenido un aforo como éste para lucir la agilidad de tus piernas de cabritilla.
-¡Lola!
-Me callo, me callo… Seño, que nosotras también bailamos el tango, pero sin meternos piernas ni nada.
-Bien, gracias… A ver si podemos comenzar. Echad el cuello para atrás y…
-Seño, yo no puedo, tengo las cervicales hechas papilla.
-Pues que lo haga tu compañera.
-¿Mari Pili? Imposible. En el año de la tos se compró una moto y del castañazo que se pego mientras buscaba el freno, ya la ve cómo quedó… Mirando a Guipúzcoa.
-¿Qué yo estoy torcida, Lola? Mentirosa, estoy como una estaca de tiesa… Venga, ya verás cómo luzco.
-Mari Pili no quiero tener la sensación de estar bailando con el palo de la escoba. Yo vengo a clase para dar rienda suelta a mi crisis.
-Yo no soy ningún palo de fregona.
-Has dicho que estás más tiesa que una estaca, nena. Lo que es lo mismo que bailar con el palo de una escoba, con la diferencia que tus pelos son naturales y los de mi escoba, como no puedo gastar por la crisis, son sintéticos.
-Lola y Mari Pili, por favor, fijaros un poquito, Estamos bailando un tango no un chachachá.
-¡Toma! ¿Tú sabías que sabías bailar el chachachá, Mari Pili?
-Hasta el meneito sé bailar Lola.
-Cuánto te admiro, Mari Pili. Eres completísima. Yo sé los pases esenciales del chotis a la turca. ¿Te los enseño?
-Lola y Mari Pili, por favor, seguid el ritmo de la clase.
-Sí, sí, perdón, seño. Es que Mari Pili es un poco torpe, pero no se preocupe, yo, yo…
-¿Tú, qué, Lola? Me tienes harta. La que no sabe hacer nada eres tú, no yo. Mira qué pirueta doy, parezco un vuelo sin motor… ¡Ay!, ay qué leche me he dado, Lola, ayúdame.
-Seño, seño, pare la clase. Mari Pili se ha estocinado… ¿Mari Pili, por qué no te echaste un poco de gasolina, mujer?
-La crisis ha subido el precio de la gasolina, Lola… Ay, ay, cómo duele.
-No llores mujer. La crisis no existe en el buen humor. Venga, levántate y bailemos la jota anti recesión.

MªÁngeles Cantalapiedra

JUGAR EN TIEMPOS DE CRISIS por Mariángeles Cantalapiedra

Ya nos rondan los carteristas; lo acaban de decir en la tele.
Miramos el euro con tal fruición que parece que fuéramos a convertirnos en magos y esa moneda con la fuerza del deseo se transformara en un billete de veinte.
Compramos las hortalizas de estación, invertimos en bombillas de bajo consumo y salimos menos, hacemos más vida de hogar. Vemos escaparates, pero nos abstenemos de entrar…
Con estos consejos y un poco de seso, quizá, la crisis no nos haga demasiado daño y podamos, así, seguir pagando nuestra querida hipoteca.
Y a estas sugerencias, yo añado que juguemos. No al azar, creo poco en esa falsa fortuna aunque todos los jueves encima de mi mesa encuentre una fotocopia de no sé qué a lo que jugamos. Jamás miro a ver si ha tocado. Espero y si veo alguna modificación en la actitud de mis compañeros, sabré que nos ha tocado. No me voy a gastar pensando en qué haré; el cuento de la lechera no se ha hecho para mí.
Yo animo a perseguir placeres que no nos hundirán más en la crisis o, si la diana, diosa fortuna, nos es favorable, nos convertirán en los ricos del cementerio. Sexo, música, libros, cine…, entretenimientos varios que no merman nuestra triste cuenta corriente y llenan mucho el espíritu, el ánimo y el cuerpo.

… Aunque, por si acaso, ahora mismo me voy a echar el Euromillón, la bonoloto, comprar la lotería de navidad, la quiniela, apuestas de equinos, gallos y pollos, y si me queda algo, a la vuelta me iré un rato al bingo; la crisis está forrando a este gremio.
En todas estas movidas, siempre alguien sale ganando, ¿no creeis?
MªÁngeles Cantalapiedra

Ensayo. Una…crisis? por Eva

Me asalta un poniente de amarguras cuando evoco...acciones acometidas o criterios verbalizados en desacuerdo con mi propia ortodoxia, reprimida en caducos preceptos educacionales, que segregan en mi interior cóleras y enojos, que encaminan al peligro las corduras de la estabilidad racional. El bien y el mal se contraponen en una frágil línea de dignidad y nobleza.Lo justo y lo injusto se baten en duelos de verdades cruentas, de razones perdidas.Saqueo entonces mis egos, todos ellos vanidosos y serviles, que transgreden las bondades que nunca me pertenecieron.En lugar de amar, odio y odio cuando he de amar. Lloro y río a la par que perdono y condeno sin...un cuando, un porqué, un dénde, un cómo, un quién. Y...en esta decadencia de aflicciones se aprisiona y se hostiga la voluntad. Lo llaman crisis. Crisis emocional porque...damnifica aquello que retiene la conciencia.
Eva

CRISIS DE IDENTIDAD por Luis Alcocer

Creo que tengo un problema más que regular... Como todo el mundo sabe, desde hace décadas el CMDE (Computador Mundial Determinante deEmpleos) es el encargado de asignar profesiones a todas las personas cuando llegan a su mayoría de edad. Pero no conozco a ninguna a la que le haya dicho lo que a mí, tras introducirle mis datos`personales, mi historial y hacer el test:

"Profesión: Escarabajo Pelotero".


Yo sé que casi no quedan especies animales, mas aunque mi test no haya sido muy bueno, alguna otra cosa podré hacer que no sea ir arrastrando bolitas de mierda por el suelo. Además, a mí no me gustan ni un pelo las escarabajas... O me cambia de empleo o se pierde la especie, porque se va a reproducir el señor padre del Computador.

Luis A. Alcocer

LA CRISIS por José Dávila Arellano (Rafael)

Esther, mujer bien casada con cinco hijos. Discreta, sencilla, atenta. Madre ejemplar, recatada y servicial. Eduardo esposo, responsable, hombre de negocios cuyas inversiones siempre se columpiaban en la cuerda floja de la Bolsa de Valores. Sin embargo poseedor de una visión envidiable, gustaba de correr riesgos y terminaba ganando lo necesario para disfrutar de una vida sin sobresaltos. Paseos dominicales, fiestas de cumpleaños, aniversarios de bodas, escapadas a la playa y festivas celebraciones de navidad y fin de año. Todo era paz y concordia.Tiempos estables, tranquilos. Sin nubarrones en el horizonte. Eran días que se vivían sin miedo. Sin embargo, de pronto Eduardo desapareció de la faz de la tierra. Se diría que se lo tragó la nada, porque a nada se concluyó su búsqueda. Simplemente, se evaporó. A la par, empezó a despertar la carestía, el desempleo, lainseguridad, la especulación. Los ricos se volvían más ricos y los pobres más pobres. La clase media quedó aplastada entre ambos. Difícil se tornó la existencia de Esther. Ella era ama de casa y consciente de la responsabilidad que tenía de mantener a sus hijos, no se amilanó. Desnudó ese temple de acero que poseen las mujeres para encarar la adversidad y que en ocasiones se extravía en la capacidad de los hombres. Sin dudar se lanzó a buscar trabajo. Había concluido sus estudios en Economía y no le fue fácil encontrar una ocupación que marchara a la par de sus conocimientos. Las puertas a las que tocó jamás se abrieron. Las empresas desocupaban trabajadores eventuales y escasos consorcios que llegaban a ofertar algunas plazas de medio pelo. Por supuesto los aspirantes se disputaban la oportunidad doblegando su orgullo y dignidad: abogados, arquitectos, licenciados, médicos, ingenieros, maestros o burócratas, se convirtieron en choferesparticulares, veladores, policías, ayudantes de oficina, taxistas,empleados de oficina, mensajeros o vendedores de puerta en puerta.Ante este panorama, para Esther se convirtió en un desafío encontrar una ocupación. Estaba desesperada y los escasos ahorros que había logrado reunir, se esfumaban en el mantenimiento de sus críos. La falta de dinero la obligó a abandonar el confortable departamento en que vivía, para alquilar una vivienda de barrio bravo. Las avenidas pavimentadas y arboladas, se transformaron en callejuelas de tierra en donde la pestilencia era el común denominador: abandono, inmundicia, basura, excremento, cacharros viejos, perros famélicos ysarnosos, vagabundos sin rumbo y temibles pandillas de rufianes. Sin embargo, ella podría soportarlo todo, menos que agredieran a sus hijos y los hombres la trataran como a una prostituta. Entonces aprendió a defenderse sacando las uñas. Sin rubor alguno se enfrentó al vecindario adoptando el mismo lenguaje soez y amenazó con apalear a quien se atreviera a tocar su familia. Larga fue la lista de trabajos temporales que se vio obligada a aceptar: desde sirvienta hasta tareas de limpieza de baños, pisos y caños. Concluidas las tareas regresaba con la angustia a flor deboca para encontrar a sus hijos sanos y salvos encerrados en la casa. Para los chiquillos era como vivir en una cárcel. Pronto ella lo comprendió; no podía aceptar arrebatarles su libertad. Para cuidar de ellos decidió que tenía que encontrar una labor a realizar en suhogar. Pronto lo solventó: lavar ropa ajena.Así, mañana, tarde y noche se la pasaba fregando en el lavadero sábanas, camisas, calzones, calcetines, pantalones, camisetas, fundas, playeras y faldas. Día tras día, mes tras mes, año tras año.Manos desolladas, pies ampollados… y cada vez ganaba menos dinero.Aguantando el dolor de espalda y riñones redobló el esfuerzo. A través del tiempo sus fuerzas fueron menguando, hasta que un día se cimbró, se aferró al lavadero, se negaba a caer. Tenía que entregar la ropa encargada, para llevar el magro alimento a sus hijos Sin embargo, se desplomó.Cuando los vecinos conocieron de su muerte, concluyeron que era culpade la crisis…

José Dávila Arellano

viernes, 14 de noviembre de 2008

Blue, Blue Canary por Andrea Zurlo


—¿Qué sucede con Nick?—No le gusta la comida, estoy segura, porque no come.¡Comida!, piensa Nick, cómo es posible que no vea más allá de sus narices, que piense sólo en la comida, ni que la comida fuera lo único para él. Estúpidos, se dice, quedan siempre flotando en la superficie, haciendo malabarismos sobre una capa de hielo fino con tal de no romperlo, por no bajar hasta el fondo. ¡Jodidos ciegos! Acaso no ven que su vida es un asco, ¿cuánto creen que él podrá soportar? Siempre allí, confinado, girando sobre sí mismo como un trompo, contentándose de las sonrisas penosas que le regalan una vez por día, mientras piensan que él es un idiota que no entiende nada, y ella que pasa cantando esa cancioncita tonta Blue, blue canary…. Ninguno es capaz de notar lo que se oculta en su interior. Si solo tuviera una oportunidad se liberaría y escaparía lo más lejos posible, sin importarle el futuro, la comida, nada…Sacudió la cabeza triste y se secó una lágrima como pudo, sin que lo vieran, tanto ellos no se imaginan que él también llora.—Pongámosle el agua para que se bañe, se está rascando – oyó decir Nick.Otra vez su obtusidad, esa mujer piensa sólo en la comida y en el baño, será obsesiva y necia. Mejor ponerse a cantar, es lo único que la gente se espera de un canario.


Andrea Zurlo

jueves, 13 de noviembre de 2008

MICRO EN BUSCA DE TÍTULO por Rosa María Arroyo

Le costó decidirse y entrar en aquel cuarto pequeño que olía a humanidad y deshechos inanimados. Alguien indefinible, le pasó los elementos para conseguir el placer más absoluto.Con el primero no sintió nada; el segundo le produjo un escalofrío que no supo definir; con el tercero comenzó a tomarle gusto… El quince la dejó cansada y sin aliento.

Tras el último grito de placer, apareció el indefinible por una puerta camuflada, invitándola a abandonar el cuartucho. Del habitáculo a la puerta de salida, fue saboreando el recuerdo inmediato del placer conseguido y cerraba los ojos respirando profundamente. Una vez que sus pies tocaron la ancha acera, retornó a la realidad: la vida seguía igual que la dejó una hora antes, se lo recordó la inmensa pancarta de "cierre por liquidación" que cubría un escaparate.

Crispada, dio media vuelta y regresó al local con la otra invitaciónque le quedaba.

Esta vez, mientras lanzaba las piezas de loza contra la pared, gozaba como nunca mientras nombraba uno a uno a los que ella creía causantes del paro laboral de su marido, de sus números rojos, de la hipoteca impagada, del coche y la casa embargados, de los niños con la suegra, del perro en la perrera, de la nevera vacía…Esta vez, el indefinible, en un acto de protección más que de buena voluntad, le dejó la llave del almacén y se fue a tomar un café. Todavía recordaba al último que, en plena crisis, lo confundió con su jefe.

Rosa M. Arroyo

LA CAUSA DE MI CRISIS (O crisis de la edad media) Por Merche Baratas


Entrevista realizada a José Díaz Muñoz
Por Merche Baratas Mateo
Supervisión y adaptación a la web por Ana Isabel López Olmedo
Fotografías realizadas por Maria Teresa Redondo de Paz..

Presentación:
El objetivo de la entrevista es mostrar los quehaceres de una profesión que está comenzando a desaparecer. Sus locales comienzan a sufrir las mejoras pertinentes para adaptarse a los nuevos tiempos, transformándose en peluquerías o salones de belleza. El mobiliario, tan característico de las antiguas barberías, quedará en nuestra memoria. La barbería de Pepe, la de Los Navalucillos, se va a apuntar a este proceso de reforma, que no deja de ser necesaria, pero que, de manera inevitable, se llevará con ella, ese sabor añejo, familiar y nostálgico.
Todo empezó el día que, en un alarde de autoconfianza, me atreví a escribir a la webmaster de http://www.los-navalucillos.com/ a la que comuniqué mi intención de "entrevistar" a Pepe. Como sea que éste es un personaje de Los Navalucillos, Ana (que así se llama nuestra webmaster) ofreció generosa un lugar en la sección personajes para que José Díaz Muñoz (que así se llama Pepe) nos hablara de la barbería. Desde este momento me puse manos a la obra para preparar la cita.
Llegó el día y allí estaba, plantada delante de la puerta, sin atreverme a entrar. A través de las ventanas se podía ver a un Pepe afanado* en su tarea. Llovía. Minutos después ya ejercía como intrépida entrevistadora. Era tan sencillo como charlar con Pepe, como tantas otras veces, ya fuera de pie en la barbería o al abrigo de la mesa camilla, o una improvisada tertulia al aire libre.

* Nota: Durante la entrevista Pepe estaba "arreglando" a un cliente, cuyas intervenciones haré destacar en color verde. La entrevistas fue realizada meses antes de la reforma del local.

Merche Baratas: ¿Cuánto tiempo hace que empezaste con esto de la peluquería?
Pepe, maquinilla eléctrica en mano, continúa pelando a su cliente. Éste se encuentra sentado en un sillón blanco y plateado como traído de las películas de Hollywood, e interviene en la conversación para aclarar que a Pepe se le debe llamar barbero y no peluquero a lo que Pepe responde que a él realmente le da lo mismo.
Pepe: Desde el año 52 en que mi padre hizo la casa, pero ya viene la tradición desde mi abuelo.
SILENCIO… sólo el sonido de la maquinilla eléctrica…

Y en aquel tiempo, los barberos ¿tenían más funciones, no? .
Cliente: ¡Sacamuelas!
Exacto, eso se lo oí a mi padre, ¡qué las sacaban… y a dolor vivo, que entonces no había inyecciones, por lo visto, y les hacían "pol-vo"!
El cliente parece recordar un episodio y dice:
Anda… que el qué me sacó a mí…

¿Eran también practicantes, verdad?.
De todo -y sigue-, mi padre dice qué cuándo el Sr. Vicente le enseñó, éste empezó sacando muelas y poniendo inyecciones y así, pasito a pasito se haría practicante. No sé si haría algún curso en esos tiempos… pero lo cierto que así empezó.

Él -refiriéndome al cliente- ¿conoció a tu padre o al señor Vicente? —interrogo.
- A los dos. -es el propio aludido quien responde-.

Intuyo, qué usted lleva siendo cliente de esta barbería…
Bueno… de siempre…de toda la vida.
Porque otra cosa -me corta Pepe-, éste y yo somos de la quinta, y ha conocido pues a todos… al señor Vicente…
- ¡Ya ves, si no le voy a conocer que me hizo polvo las muelas! —recuerda el cliente.
- Me sacó… que estuve cuatro o cinco días enfermo…
Y después… ¿cómo han cambiado? … porque ahora te veo que estás con una maquinilla…
-¡Claro! —Pepe dirige su mirada a la repisa de su derecha— Antes se trabajaba con esas de mano… y ahora, éstas, ya más modernas…

¿Antes era sólo tijera y navaja? —pregunto sin saber muy bien a qué me refiero si a cortar el pelo o afeitar.
No… con la máquina de mover las manos… las manos hay que moverlas —me dice Pepe.
El cliente es más explicito y me contesta a la vez que señala con un giro de cabeza:
- Esas de ahí…Esas máquinas son con las que se cortaba el pelo antes.
¡Pero estas máquinas son antiquísimas! -me sorprendo-
¡Claro! … por eso han venido luego esas modernas…

Viendo la barbería es un museo lo que tienes aquí…empezando por los sillones, estos sillones son de autentico barbero pues eso… vamos de sacamuelas…
Pepe: Lleva muchos años… de estos sillones ya se van viendo pocos. Y cómo te dije, más antiguos son todavía esos de madera.

¿Todas estas cosas eran de tu padre?
Sí, mi padre la estableció así. Mi padre se estableció así. No ha cambiado nada desde entonces.

Lo que sí habrá cambiado serán las marcas de los botes de colonia y de las cremas, ¿no?, que según ha ido avanzando…
Bueno, y también que estaba pintada… la barbería estaba "pintá" y luego ya se puso esta tablilla -señala-.
El cliente interviene: —la puse yo.
Eso sí… el Floyd, el Luky… todas esas cosas…el Varón Dandy… esos sí… esos son de siempre. —¡¡¡De señor!!! —dice Pepe en tono cantarín.

¿Esos los sigue pidiendo el cliente?, es decir, que ahora todos estos "Paul Gautier" y estas historias de estilistas modernos…
Noo… ¡las modernas no! ¡De señor! -y hace énfasis en señor-. Aquí vamos a lo clásico.
Cuando aparecían por aquí los viajantes de Geniol era un lujo, porque sino te tocaba ir a Talavera a comprar las provisiones y en aquellos tiempos las carreteras no eran como ahora. Más de un viaje en burro nos ha tocado hacer.
Con mi grabadora colgada del cuello, paseo por la estancia. Me detengo en la estantería de cristal. Cojo un recipiente plateado y pregunto:

¿Y esta "perita" qué tenemos por aquí?
Pepe: Eso era para el agua, para mojar el pelo. Esa tenía una goma… un "espolín"… Pepe
-Vamos, un pulverizador- afirmo convencida.
Pepe habla como si justificase el hecho de no seguir utilizándolo. -"Es que ya esas gomas no se venden"-.
El cliente que parece saber tanto como el barbero apostilla:
- Claro. Y la otra que hay ahí, en la parte de arriba… era una polvera. Cojo el útil entre mis manos y observo que en el extremo tiene una especie de filtro, como un colador diminuto de hilos metálicos, y tanto Pepe como el cliente me sacan de la duda, por ahí se echaría el talco.
Dejo el recipiente en su estante y reparo en las navajas…
Son como las navajas que salían en las películas del oeste.
Ahora ya son más modernas. Ahora van con cuchillas…

Y me contabas el otro día, que en época en la que la regentaba tu padre no ponía ni barbería ni peluquería sino que tenía unas cuenquitas… —le hago recordar a Pepe:
Eso eran una "bacias" lo que había. Exagerando un poco, digamos que se ponía a los clientes en el cuello a modo de babero y se sujetaba con la mano… ¡A mi padre, yo creo que no le vi utilizarlo! Lo qué pasa que sí que los tenía… Antiguamente era lo que se colgaba en la puerta para indicar que esto era una barbería.
…tenía unos ganchitos —continúa Pepe, a la vez que sigue "parece que lo estoy viendo…
En la mirada de Pepe, yo también lo veo, veo a ese niño que aún con la legaña puesta acompaña cada día a su padre… veo a Dionisio y a Pepe alcanzando las bacias… veo al padre que cuelga de "los ganchitos" los aperos que dan nombre a su oficio… me viene el olor de una calle Real recién regada, el aroma de un verano de buena cosecha…

Por lo que me cuentas, podemos dar fe qué tú y tu hermano de pequeñitos fuisteis mamando el oficio.
Pepe asiente.
La peluquería, el oficio… sí…siempre, siempre, siempre…"

Normalmente las peluquerías estaban en una de las salas de la casa… En este caso, ¿lo qué hay a continuación era vuestra casa, dónde vivíais?.
Sí, sí, sí...-afirma señalando la puerta que se esconde tras la cortina-.
Y esta mesa camilla que a mí me ha llamado la atención desde siempre.
Está ahí, pues eso, desde siempre. Pá calentarse… Eso tenía un brasero…
Claro, claro… —le corto a Pepe. (pues yo pertenezco a esa generación que conoció los braseros de ascuas) Me refiero a que será testigo de numerosas tertulias ¿no?
Hubo un tiempo, te estoy hablando de los años 50 en el que no todos tenían radio en su casa y en ese sentido la barbería se convertía en punto de encuentro, sobre todo recuerdo, la ilusión con la que se vivía el gordo de Navidad.

Cuántas historias habrán presenciado estas pareces, ¿verdad?.
Pues si, son tantos y tantos recuerdos.
La mirada de Pepe se detiene en una silla -la más pequeñita de la barbería- con el asiento de esparto protegido por un fino cojín y toda ella de madera.
Mira, en esa sillita mi madre se pasaba horas y horas cosiendo, me hacía compañía y a la vez pasaba el rato.

Esta peluquería habrá visto pasar a varias generaciones.
-¡Bueno, ya te digo!, y anda qué el torito también"…
(risas)
El torito, ese negro que ves allí, era uno de mis juguetes cuando era pequeño, entonces mi padre era el barbero, ¿qué cosas!...como pasa el tiempo.
¡Eh! Muchos padres me dicen -"cuidao Pepe qué antes tu padre me le daba a mí, "pá" entretenerme de chico y ahora mi hijo tiene que entretenerse con el mismo toro" .
He cogido el toro del estante y observo que tiene un cuerno afeitado. Por lo demás, está entero, un verdadero superviviente que lleva más de cincuenta y cinco años sosteniéndose sobre sus patas. "Vamos, torito")

Pues, eso qué te digo. En los años 70 cuando el pueblo era próspero y bastante más numeroso en habitantes que hoy día, había varias barberías y más tarde sólo quedó la de tu familia. Lo que vas a hacer ahora con tu nueva barbería es cambiar…
En aquellos tiempos llegó a haber seis mil o siente mil vecinos y barberías...la de Militón, Cripriano, Ramón...uhmmm, bueno unas cuentas, no recuerdo.
Muchos emigraron a la capital, mientras mi padre siguió con lo suyo.
Ahora toca...cambiar.
Observo un halo de "noséqué" en el rostro de mi amigo Pepe, mientras los tres susurrando, cada cual con sus propios pensamientos.

Pero, de estas cosas no se desprende uno de cualquier manera…
-¡No!

Porque esto es un museo.
Hasta anticuarios han venido por este sillón…


Merche Baratas Mateo para www.los-navalucillos.com
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ACRÓSTICO por Ernesto


C R I S I S

Cruz de lacerantes clavos
Redentora de alegrías
Instando a la austeridad
Siempre a los mismos austeros
Invocando una pobreza
Sobre la pobreza misma.


Ernesto

MICROS SOBRE LA CRISIS por Lola Bertrand

LA INCOGNITA
Una vez más se cuestionó el origen de sus interlocutores.¡Hacía tanto que no tenía contacto físico con nadie! Aquel e-mail: ¡amigo! ¿Se lo mandaba un ser vivo o …una máquina programada…?


EL ROBO

Llegó a casa y buscó la puerta: no estaba, alguien se lo habíarobado todo...


LA SOLEDAD

Salió a la calle para sentirse partícipe del mundo.¡Había tanta gente que sintió aun más grande su soledad!Volvió a la compañía de las sombras que nunca le fallaban.


NUEVA PROFESIÓN

Solamente tenía ocho años pero al preguntarle que quería ser demayor, sentenció:-Mamá de mayor quiero ser parado.Han pasado veinte años y… su sueño infantil tiene visos de hacerse realidad.

Lola Bertrand

SOLILOQUIO-Por María del Mar

Días en los que se suda la despedida y sólo queda aferrarte aun "buenos días" gesticulado con asentimiento en un cruce de miradas. La recesión hace mella.

Al subir al metro siento que la humedad huele. Corroídos pasillos llenos de espaldas grises, desconocidas, son hoy más grises, ignotas. Salgo. Un poco de calor abriga mi sonrisa, con levedad característica de la zona urbana. Edificios con dientes, roen, absorben hasta nuestra propia sombra.

Sigo. Defecaciones en el asfalto siembran raíces para una nuevageneración. Sí, tengo el ánimo sin mácula: es derribe de cimientos, paradoja delladrillo… Y, para hilar más fino, era de color histórico,metamorfosis diría un pupilo racial.

Continúo. Al volver cualquier esquina (no hay ni una sola excepción), la convulsión del tropiezo o simplemente el roce de la especie, hace encoger nuestros órganos en broquel de un nuevo ataque. ¿Ataque…?, es impresionante que todavía estemos erguidos u orgullosos. Blanquecina piel, apego a la desintegración humana, escamas… ¡Escamas! Son las que tenemos adosadas: membranas transparentes de recelos y temor, mortificando la poca refracción de luz.

Evitar recuerdos, objetos, que rememoren años del pasado, o quizádías cabría decir; ni fotos, cartas, postales… Nada… Y sobre todo nada de comunicación en red. Los usuarios son detractados como ruines desechos locales.

Me dirijo sin rumbo. Alguien desde algún lugar, como detectorcompulso, impregna sus ojos en mi cerebro. No hay sonidos, pero lee…,nos lee. Y emite vibraciones de aquello que circunscribe la mente:los trazos geométricos que intentamos evocar, los puntos comunes…Mi intuición, agua fría. Es lo que pienso: congelando, vaciandosignificados y referentes, según normas…Y es, sin duda el resguardo y seguro de consentimiento: poder adentrarme y conocer del expolio vigente, de la expropiación cerebral…

Gesticulo con asentimiento, cruzo la mirada…sigo.

María del Mar/08.

EL ESCONDITE- potr Fernando Ortega

Aquella noche todo el Consejo del Pueblo había decidido darse cita en la Plaza de Oriente. Los habitantes clamaban justicia por aquella tropelía que había destruído de forma inexplicable, una de las costumbres sagradas de la vieja población de Cambas. Su establidad; su tranquilidad.
El más viejo, el más joven de los muchachos de quince años -edad desde la que se consideraba recto hombre a un ciudadano; ellas, dieciocho-, una mujer de treinta y cinco elegida al azar y la propietaria de la carnicería, configuraban el máximo órgano popular.
Juan, el levitador, de un golpe, retiró la enorme sábana negra que cubría el tablón cuadrado situado sobre el pozo central de la Plaza. Los gritos de horror se oyeron a varias millas de distancia. Algunos hombres vomitaron; y varias chicas perdieron el sentido, cayendo desplomadas sobre el suelo cubierto de tierra rojiza.
Sin embargo, un silencio sepulcral embargó a la muchedumbre. Un niño de apenas diez años salió del escondite de la capa de su padre y gritó al pueblo que permanecía en una ataque de lisergia colectiva:
- Papá, si sólo son seis letras. Ahí dice ce, ere, i, ese, i, ese.

Fernando R. Ortega - Nin@delapuerta-

LA PRIMERA CRISIS- por Andrea Zurlo

Se le ocurrió que no era el momento para hacerlo, que aún podría esperar pero es que se sentía muy decaída y pensó que sería la única solución. Mejor dicho se dijo que tal vez no fuera justo hacerlo, nunca antes hubiera imaginado que sería capaz, es más, no hacía más que criticar a quienes lo hacían. Era casi una traición a sus convicciones más íntimas, pero le aseguraron que el lugar era discreto y que nadie la vería entrar. Igualmente, para una mayor tranquilidad, ella se camufló del mejor modo e incluso dejó su auto a una distancia considerable para que nadie pudiera asociarlo con ese sitio. Finalmente sonó el timbre y entró. El cirujano plástico la esperaba. La crisis de los cuarenta golpeaba duro.

Andrea

¡Se me achicó el jabón!- (Caticrónica de la crisis argentina 2002) por Cati Cobas


(En Ficticia, 13 de Septiembre de 2002)


La mishiadura tiene efectos mágicos. ¿Sabían? Agranda el hambre pero achica los objetos. Una mañana, al levantarme, fui a reponer jabón de tocador en la jabonera del baño. "Se me achicó el jabón", pensé, al verlo diminuto, reducido a la mitad."No", me dije, "debe parecerme"… y lo atribuí a mis ojos dañados por la presbicia cincuentona.


Más tarde, el kiosko. "Déme una barrita de cereal", pedí. Casi me muero al hincarle el diente: la tal ingesta se había reducido en un cuarto de su longitud. Creí que deliraba. La confirmación de mi salud mental y óptica la hallé, para variar, en los anaqueles. ¿De las bibliotecas, dirán ustedes? Pues confesa soy, roedora de las mismas. No, qué va, los anaqueles del supermercado me dieron la clave. Ahí comprendí que no eran David Copperfield, ni Emmanuel o el fenecido Fu Man Chú los responsables de la menguada dimensión de los objetos.


Era la economía de mercado, que se imponía una vez más con rigurosa lógica, para hacernos conformar con esos mini shampús, galletitas y jabones la machucada almita de ex consumidores de mini ex clase media. Motivada por el taller ficticiano en la Marina, pensé a continuación: ¿Estarán menguando las capacidades amatorias de los muchachos argentinos al compás de los envases? Pues parece que si.En otra les comento.

Cati Cobas

CRISIS DEL HORIZONTE por Carmen Amaralis Vega Olivencia




Desgarra el sol su corona y me salpica de rojo.

Escupe el brillo desde la nube más fina,

se pintan las alas del mar
con el verde cuajado en tus ojos.

Salen los peces a pasear por los aires,

se cubren de escamas las cabezas.

La verdad del águila viva aguijonea

como enardece el beso perdido en la espalda.

Entre mi mar y tu cielo se alimentan los delirios.

No puede morir la tarde mientras respire el horizonte

y suban mis pasiones hasta el vuelo de tu cuerpo.


Carmen Amaralis Vega Olivencia

Niños de la guerra, niños de la pobreza- Por Mariángeles Cantalapiedra

"Miles de crisis me azotaron; nunca hiciste nada por mí y, ¿ahora pides mi ayuda? Tómala, quizá mañana sea tarde"

Ayer volví a encontrarte en el camino. Te agarraste a mi corazón y juntos caminamos un tramo. De vez en cuando mirabas hacia arriba buscando mis ojos y aún nos estrechábamos más el uno al otro; si duda confiabas en mí. Quizá para volar a un oasis, quizá para que te alejara del espanto. Todo quizá, tal vez…

De pronto no te sentí, habías desaparecido. Miré al horizonte y no estabas. Miré hacia atrás y te vi tendido en la tierra. Corrí, pero ya era tarde; no respirabas, tu boca estaba seca, tus ojos aún miraban desorbitados, sin vida, planchados de terror. Barrunté tu miedo antes de que la noche te llevara, la soledad que palpaste al no encontrarme… Y mi corazón cayó desplomado.

No había hecho nada por ti.



MªÁngeles Cantalapiedra

CRISIS Por José Álvarez Arnal (Atho)

Voy a desentrañar, analizando letra por letra la palabra CRISIS, su significado.

"C" –Tiene su origen en el signo "gimel" del alfabeto fenicio. Se representa con un arma arrojadiza.


"R" – Suena como "arre": voz que estimula a las bestias y hombres.


"I" – Platón la consideraba idónea para expresar todo aquello que puede atravesar algo y llegar a la médula.


"S" – Cuando Cadmo fundó Tebas se encontró con gentes rudas que hablaban torpemente, que no tenían letras y que se comunicaban en siseos, con la voz propia de las serpientes.


"I" – La "i" se emplea en su forma latina no en la griega para evitar: Ley-leí, rey-reí, hoy-oí. Se usaba para poner los puntos sobres las íes.


"S" – Procede de un ideograma egipcio que representa un lago del que salen juncos o lotos.
Bien, pues: ¿Qué es una CRISIS?


Es un arma arrojadiza que estimula a los hombres en su médula económica, como un reptil estimula con su mordedura recurrir al antiveneno, a poner los puntos sobre las íes sobre los gastos superfluos y conseguir la tranquilidad de un lago adornado de flores de loto.

Fuente: "Historia de las Letras" de Salvador-Lodares.


José Álvarez Arnal (Atho)

martes, 11 de noviembre de 2008

POETA VAGABUNDO- Luis Alcocer


Vagabundo; errante el vagabundo; sordo a todo aquello que es sin ser,
ciego a las vidas ajenas, ausente al transitar de intrusos,alejado
de gentes que no sean él:

marcha, mantiene el equilibrio
y pierde su mirada, camina
por los linderos del amor y el odio,
la poesía y la inconcreta nada.

Nadie le puede desatar: ¡Ay, pobre poeta vagabundo!: se amarra él
mismo. (Si no hay destino fijo y mesurable, ¿sabéis?, nunca hay manos
amigas que te ayuden).

Es tan poeta el vagabundo que espera siempre una llamada a un móvil
que no tiene.

Encuentra el monasterio –pensaba que era allí-, perdido entre
albornoces blancos de hoteles donde anidan los recuerdos, cree que
el pasado sigue vivo; ¡ingenuo!: las torres son de espuma de bañeras
nocturnas y las deshace el aire.

Es cuando el vagabundo, poeta vagabundo, decide reinventar el tiempo,
e imagina que los ojos más dulces -esos, precisamente esos, los
almendrados-, y los labios -con sabor a melindre-, han sido siempre
suyos, jamás de otros:

obstáculos que no deben salvarse;
colinas sobre sábanas hundidas en el agua;
sonrisas de melocotón y siempres;
sueños inacabables, sólo de él.

Se envuelve el vagabundo, deja que le acaricien -dije: poeta ciego y
sordo-, en la mujer que fue y no fue, en un calor imaginario; y, es
un destello para los demás, observa su presente evaporarsea
provechando un falso beso. Musita tenuemente el vagabundo -muy
quedo, para nadie- un "Dejadme hoy, quiero estar solo".

Y, mientras, amamanta una flor inexistente.

Luis Alcocer

¿Y ahora qué? por Mariángeles Cantalapiedra

No hay crisis para tus ojos de ceniza, no hay nada que nuble su silencio. Sin embargo, gritan y, después, derraman su hambre de justicia… Y todo, con la dulzura con que tú posas cada mañana la bulimia de la depresión. Ésa que mata tan lentamente como el veneno de la desesperanza.

Hace tiempo que llegó el declive a tus bolsillos agujereados de sueños, desprovistos de ganas para seguir el camino del viento. Sólo el rumor del oleaje en tu ventana hace que levantes tus ojos de ceniza para entender la carestía que llega desde tiempo atrás y que tú escondes para no asustar el vuelo de la paloma.

Paseas la soledad cuando el asfalto se halla imberbe de ruidos y, en botánico, achantas la nana que tú mismo seduces en días grises como éste. Justo, el mismo día en que el paro llama a tu puerta; llega el recibo del gas, la luz, el agua y así hasta que los plomos se apagan y el grifo deja de gotear la savia de tus pareces.

"¿Y ahora qué?" Te dices mientras los versos pueblan tu boca ávida de amores no compartidos… Más la crisis no entiende que en tus entrañas crezca una flor que has de alimentar… Y, es que tus manos están vacías "¿Qué hago?" Vuelves a repetirte sin que el silencio silbe su susurro cotidiano.

… Mientras, tus ojos de ceniza descansan en el brete de una carestía inagotable…

"¿Y ahora qué?" Vuelves a repetir entretanto la niebla te va engullendo.




Mariángeles Cantalapiedra

CRISIS- Poema por Luis Alcocer


En este planeta los eriales acompañan al hombre;
con un abanico bordado día a día, pesar a pesar,
venteo, ahuyento los recuerdos y creo los futuros cercanos.

Trato de hacer poesía del paroxismo que es mi vida,
del muladar de ideas en que vivo.

Mi climaterio se transforma en volutas
vestidas tal que rosas blancas;
luego, hago el amor con las palabras.
Medito: mi Dios es inmortal, pero cercano y ausente.

Desde el balcón veo las sombras -el alma llevan entre sábanas-:
caminan, no van, no vienen, andan, buscan su aquel.

Me oculto, trato de no ser sombra.
Se enciende la mañana, debo salir...,
no salgo.

Caen desde una ventana
vidas erradas que ya no son, ni fueron, ni se hallan;
se rompe el suelo y allí -creo, no sé-,
descansan
los poetas cabrones, de la cuartilla en blanco descreidos;
las literatas putas hacen vainica con el empedrado...
Nadie se fija.

Un gorrión de armiño se ajusta a mi corbata y salgo al fin:
la Vida espera fuera: Voy...

Luis Alcocer

jueves, 15 de mayo de 2008

AL OTRO LADO DEL PARAISO por Emma Rosa Rodríguez


Era amante del arte y la pintura pero nunca había podido acudir a ningún museo, así que se recreaba la vista con visitas virtuales através de internet e imaginaba que paseaba por las salas vestidas con sus cuadros favoritos.Cuando estaba absorto contemplando el retrato de Adán y Eva deTiziano, se sobresaltó al ver que la mujer se movía y una mano con una jugosa manzana surgía del ordenador mientras ella le decía dulcemente:—¡Come de mi fruta y llévame contigo! Estoy aburrida de ser un personaje pintado y de llevar tanto tiempo encerrada en este jardín con el mismo hombre. Quiero vivir y conocer otros mundos, ¡por favor! Él no pudo resistir a la tentación y comió de la manzana...Un instante después sintió que una fuerza le absorbía; se encontró desnudo junto a Adán y comprobó cómo, al otro lado de la pantalla, una hermosa mujer apagaba el ordenador.
Emma Rosa Rodríguez

EN HOTEL SÁNCHEZ DE AÍNSA por Atho

La cajetilla de cigarrillos duerme bajo el mechero azul. Solo dos muertos en el cenicero. El libro de La Arcadia con su tapa un poco levantada parece bostezar sobre la mesa de los dos ordenadores. El ratón del PC vecino está atento a las chicas de la barra del bar que enseñan la "riñonada".
Por fin ha llegado la primavera. No sé qué escribir. Algo de fantasía, un poema, un relato corto..., bueno, vamos a ver…

Sin darme cuenta mi pensamiento desnudo ha traspasado las puertas de la fantasía. No es un paisaje bucólico, donde me encuentro, es gris como la tapadera de una olla doméstica a presión. Trato de alcanzar la cumbre negra del extraño montículo, pero, no puedo, me deslizo. Una y otra vez, nada. Estoy cansado. Me apoyo en un muro, también negro, donde en un principio he aparecido. Aún faltaba poco para recuperarme del esfuerzo, cuando una mano verde de goma y, grande como una montaña, atrapa la cúspide y la levanta. Un chorro de vapor ciega mis ojos.
Alguien me recoge por los hombros y me lanza dentro de las fauces de una especie de volcán en erupción. Estoy flotando agarrado a un trozo de carne de cordero que navega crudo en un líquido que huele a verduras.
La misma mano, ayudada por un cucharón, me recoge y me lanza fuera de ese volcán y aterrizo sobre una superficie de mármol. Cerca, los tentáculos de una sepia me cobijan.
Me apresuro, e inicio una carrera loca, hacia lo que parece un mosaico que representa una naranja y me siento, cansado del esfuerzo, apoyando la espalda en el brillante dibujo. Me dispongo a ver el campo libre entre el montón de comida de proporciones gigantescas, esparcida por doquier, para escapar.
En este momento, yo no sé si soy yo o mi pensamiento. Pues me toco y no me noto. Ahora me explico cómo no me he escaldado en lo que ahora tengo la sensación de haber caído en un océano de un caldo del cocido. Mas, que debo hacer para gobernar el pensamiento. Hasta ahora son los pensamientos los que me dominan a mí.
Suena una canción, que reconozco como "My way", de Frank Sinatra. Me siento tan atraído por la melodía que me trasporta por unas ondas desconocidas hacia un aparato de radio. No tengo dificultad para penetrar por uno de los agujeros que tiene el altavoz. Una vez dentro, en circunstancias normales, seguro que me habría revenado la potencia del sonido. No es sí, la melodía acaricia, no a mí, sino a mi pensamiento, y de tal manera que siento un placer nunca experimentado.
Se ha interrumpido bruscamente la canción. Está dando noticias de la guerra del Líbano. Y… han apagado el aparato. Me confundo con el silencio. Y, ahora qué me pasa… me parece que estoy recuperando mi cuerpo, sí, ya lo tengo de cintura para abajo… ahora, la parte superior aparece acoplarse en perfecto estado.
Situado ante el ordenador del bar observo las palabras escritas sobre la pantalla, una pantalla blanca que no he solicitado. Van apareciendo un texto…

Curioso, empiezo su lectura. Llego a este punto y... para qué pensar. No me atrevo, no sea que empiece otro alucinante viaje.
Voy a seguir leyendo Arcadia de Jacopo Sannazaro.
"… Filis mía, más blanca que los ligustros, más bermeja que el prado en abril, más fugaz que una corza, y más malvada para mí que lo que fuese para Pan, la ninfa Siringa, que vencida y cansada, convirtióse en caña, trémula y sutil…"
¡Vaya! Yo nací en el mes de noviembre, la época del Ngetal, de la caña, según el zodiaco lunar céltico. A ver si me encuentro con Siringa y me cuenta que pasó con Pan.
¡Ojala! me encantaría estar entre los montanos dioses de la Arcadia, seguro que, entre Pan, los Sátiros, Ménalo y Liceo, estaría mejor que entre estos clientes del bar
, turistas de pantalón corto a pesar del fresco que está haciendo, jugadores de guiñote que gritan discutiendo la jugada y otros alborotando frente al televisión viendo un partido de futbol.
De todas la maneras que felicidad debe ser estar en la cima Partenio donde reina una eterna primavera. Este deseo nunca lo tuve mientras era joven. Ahora, con esta edad, tal vez es normal. El abeto de la juventud, sin duda alguna, se ha transformado en un olivo de piel rugosa.
Van a ser las cinco de este martes y trece. No sé si me traerá buena o mala suerte.
El marcador del tiempo, anota 7 minutos para el final del importe pagado para el uso del ordenata. A sí que voy a ver si sé pegar unas fotos en el texto y termino con esta narración que no sé como continuar.
Vamos a ver...
Pues, no, no he podido. Ya se está acabando el tiempo. Me iré a tomar una cerveza en el Bar Pirineos y luego iré a buscar a Ana a la pelu.
¡Plaf! Se acabó. Chao.
Atho

martes, 13 de mayo de 2008

"Lord Kensington" por Carmen Amaralis Vega Olivencia

Crucé el Pacífico muerta de angustias y espectativas. La vida me llevó a Londres siendo aún muy joven. Un posdoctorado en "Queen Elizabeth College". A solo meses de graduarme en USA un científico inglés me pedía colaboración. No podía perderme esa oportunidad que la vida me brindaba. Fue para el otoño del 1977. Directo del aeropuerto llegué a la Avenida Kensington. Trabajé en unos laboratorios de la Universidad como una bestia. El mundo de científicos europeos no deja de ser muy competitivo y voraz. No había pasado mucho tiempo en ese maravilloso mundo de las ciencias, cuando me llegó una invitación muy especial. El sello real aparecía en el sobre. Casi incrédula leí aquella tarjeta fabricada con papel de hilo, de un color perlado, que aún brilla en mis recuerdos. Con manos sudorosas sujeté la invitación. Si, nada menos que era una invitación para asistir al cumpleaños número ochenta de la Reina Madre Elizabeth. El Colegio le celebraría una gran fiesta. Como yo aparecía en el directorio de investigadores residentes en el Colegio que llevaba el nombre real, no se si por error o intencionalmente, fui invitada a la celebración. Inmediatamente pasó por mi mente qué ropa usar para tan magna ocasión.
Para aquel viaje a Europa solamente llevé en mi maleta algunos libros, un par de jeans, varias blusas, y un único traje de seda color violeta, estampado con flores gigantes de todos colores. La falda era larga hasta los tobillos y abierta hasta medio muslo.Tengo que admitir que aquel traje era una maravilla tropical, al estilo de Carmen Miranda, pero no estoy muy segura de que fuera el apropiado para los salones del Palacio en La Avenida Kensington.Imposible comprarme uno nuevo con el escaso presupuesto de estudiante recién graduada en aquel país extraño.Llegó la noche del evento, y allí llegué vestida toda florida y feliz, con la curiosidad natural abierta a flor de piel. Si algo me falta no es autoestima, así que respiré hondo, e hice mi entrada a los salones repletos de damas y caballeros. Para mi sorpresa todos se hallaban ataviados de negro. Demás está decir que las damas y "Ladies" presentes posaron sus ojos horrorizados en mi vestido. Pero los caballeros no podían disimular dirigir sus miradas directo a mis piernas largas y bronceadas por el ardiente sol del Caribe. Recorrí rápidamente con mi vista el lugar. En el centro del salón se agrupaban varias damas pavoneándose junto a un caballero de cabellos blancos y un impecable porte de rey.El individuo vestía un traje militar con una banda de color rojocubierta de hermosas medallas que le adornaba el pecho. Creo que se cruzaron nuestras miradas con una fuerza irracional, el caballero me pedía, más bien me suplicaba, que lo rescatara deldelirio de las "Ladies" a su derredor.Caminó con paso firme dirigiéndose hacia mí, y con una inclinaciónde cabeza, me extendió la mano, presentándose._ Lord Kensington, my Lady. Do I know you?(Dama, soy el caballero Kensington, dígame, ¿La conozco?) Todos fijaron sus rostros en nuestra dirección, y con la sensación de estar en un paredón de juicio final, le comenté que yo simplementeera una científica caribeña invitada al Colegio por un inglés amigo. Que solamente estaría por esos lares unos meses, y que era de Puerto Rico. Seguidamente le pedí que me explicara sus bellas medallas, y el Lord no escatimó tiempo ni esfuerzo en darme un curso intensivo de historia militar inglesa. Cómo le otorgaron cada una en las batallas en las que fue participe, destacándose en la India, en el Sur deÁfrica, en las Islas del pacífico… Creo que sació mi curiosidad hasta despertarme unas increíbles nauseas.
A la mañana siguiente, un compañero de laboratorio me dejó varios periódicos sobre mi escritorio. No podía creer lo que veía. En todas las portadas se cubría la actividad de la fiesta y uno de los encabezados leía: Unknown woman call the atention of the Lord all night long.(Mujer desconocida acapara la atención del "Lord" toda la noche.) Esa desconocida era una verdadera imitación de Carmen Miranda. ¡De allí para Hollywood!Completado mi término, regresé a Puerto Rico con la satisfacción de saberme plebeya, pero reina por una noche. Acá ahora me visto de negro.

Carmen Amaralis (parte de la historia de mi vida)

"Al otro lado del mar" por Lola Bertrand


Esta historia pasó hace unos cinco años y es real y virtual como la vida misma. Internet es un saco donde cabe todo y cabemos todos y claro... luego pasa lo que pasa.


El día en que mi hermano Marcel vino a visitarme, con cara más quecircunspecta, supe que algo importante estaba pasando en su vida. Marcel tendría por entonces unos cuarenta y cuatro años. Alto, moreno (con sus buenas entradas), delgado, católico de misa y comunión diaria, con un estado civil algo confuso a mi entender, ya que su primer matrimonio había sido anulado por la Santa Madre Iglesia Católica - aún a esta salturas de la vida- no sé porqué. En fin si les cuento esto es para que puedan entender mejor la historia que relato a continuación.


Pues bien, nada más saludarme, Marcel, me soltó a bocajarro:-Mañana me marcho a Reno (Nevada) para casarme con una americana que he conocido por Internet.Mi estupor no tuvo limites al oír tan rotunda declaración y antes de entrar a la acción (tratar de disuadirlo, fuera como fuese) le pedícon voz de comprensión y ternura (esa que pone uno cuando se quiere enterar de todo) que me explicara la historia con pelos y señales desde el principio y que me dijera todo lo que sabía de la feliz futura desposada... Al fin y al cabo iba a ser mi cuñada y tenía derecho a saber todo lo que él sabía de ella. Marcel me contó que llevaba seis meses hablando a través del chat y del teléfono con la mujer de sus sueños ; era una princesa india y se llamaba Manyloa, tenía cuarenta años, era soltera, millonaria, alta , preciosa. Trabajaba para la CIA, a través de su puesto en el Ejército de los Estados Unidos. Y un montón de cosas más que ya he olvidado, entre ellas una confusa historia donde mezclaba a un hijo y a los extraterrestres.Me quedé estupefacta por sus palabras (no me creí nada de nada) y durante varias horas traté de disuadirlo de lo arriesgado de la aventura que pensaba emprender, pero él erre que erre; que si hay cosas que no se pueden ocultar, que si había visto su foto, que si se querían para toda la vida, que si era su alma gemela. No debo de tener mucho poder de convicción porque Marcel se marchó al día siguiente a Reno (Nevada) vía Chicago y empecé a dudar seriamente de su cordura cuando ya desde el mismo aeropuerto de Chicago me llamo por teléfono para decirme que había unos agentes de la CIA siguiéndole y que seguramente era por que iba a casarse con Manyloa.Esto ocurría el día primero de junio, el diecisiete del mismo mes, cuando fui a buscar a mi hermano al aeropuerto me enteré del resto de la historia...


Cuando Marcel llegó a Reno ( Nevada ) le costó gran trabajo reconocer a Manyloa ( en realidad su nombre verdadero era Margarita Rosario Fernández ), su estatura estaba por debajo del metro sesenta , y pesaba la respetable cantidad de cientotreinta kilos. Su edad, nunca llegamos a saberla a ciencia cierta. Había nacido y crecido en una reserva india en Méjico y todos sus rasgos así lo confirmaban, jamás supimos nada del ejército Americano, ni de la CIA. Manyloa ( Margarita más bien ) se ganaba la vida con una tienda de productos esotéricos que tenía en Reno ( Nevada ) y.... no sé como ( eso pertenece a la privacidad de las personas ) esa misma noche se llevó a Marcel a la cama . El día 4 de Junio se casaron ante un juez de esos que salen en las películas y que uno no saben bien si es un juez o un actor. El día seis de Junio Manyloa (Margarita más bien) le comunicó a Marcelque estaba embarazada de gemelos y según él, le enseño un documento medico que así lo atestiguaba. Yo no salía de mi asombro con tantas novedades ¡Iba a ser tía de dos indios americanos ¡Ya en su casa, Marcel, empezó a deshacer el equipaje ¡Traía en su maleta un montón de novedades ¡Ahora era príncipe consorte (según él) y depositario de los tesoros de la tribu (según Margarita- Manyloa ). Para convencerme sacó de una bolsita de cuero un pesado collar de oro (latón dorado) que ella le había regalado diciéndole que era el símbolo de su rango y me enseñó un anillo de diamantes (piedra blanca y reluciente sin más) que también ella le había regalado. Un tasador nos dijo que más de dos dólares no valía el tan preciado anillo de compromiso. Ahhh, se me olvidaba, un gorrito de piel de nutria (conejo) , tipo David Croquet, que inmediatamente se encasquetó en la cabeza.Mi mente empezó a cavilar a toda marcha: esto es lisa y llanamente la venganza de los indios. Tantos años siendo comprados por collares de cuentas de colores y ahora en pleno siglo XXI nos devuelven la jugada y tuvo que ser un descendiente de mis ilustres antepasados el que picara: ¡qué vergüenza! El día 28 de Junio solicitó el divorcio de Manyloa (Margarita másbien), le costó mas de seis mil dólares y un montón de inconvenientes. De ella nunca más se supo, ni de los gemelos que esperaba y aun hoy, cinco años después, nos queda la duda de si un par de indios americanos llevan por ahí nuestra sangre y nuestros genes.Marcel a modo de disculpa solamente me dijo que ella le había dado un bebedizo afrodisiaco.Yo no me lo creí...ni nadie con dos dedos de frente.


Lola Bertrand


(esta historia es verídica, solamente han sido cambiados los nombres de los protagonistas)

"El topo de la ollita" por Cati Cobas


A Ignacio Corvalán los compañeros le decían "El Topo". Un poco, por la mirada encogida, acostumbrada a buscar entre tinieblas las gemas que la tierra ocultaba a los ojos de otros compañeros y otro poco, por el gusto que parecía sentir al estar bajo tierra. Era raro el Topo. Poco amigo de charlas y de encuentros. Solitario, si los había, en Malamuerte , aquel pueblito sórdido y oscuro escondido en un rincón de la Cordillera Patagónica. Vida rutinaria la del Topo: volver a casa después de la jornada, comerse el guiso que había dejado al rescoldo antes de partir, después de la consabida lavada de cara y manos y poco más. "¿Para qué más?", pensaba, si no hay china para acollararse por estos pagos… y ahí sumaba el mal olor como estela, a su condición de topo. Corvalán era un muy buen tipo, y nadie lo ignoraba. Si había algún derrabe en el socavón o el grisú les jugaba a los muchachos una mala pasada, primero llegaba él para ayudar al compañero, porque nadie como el Topo para conocer las entrañas de la tierra.Un día, mientras le daba al pico y a la pala, sola su alma en ese rinconcito oscuro que el capataz le había destinado, observó un agujerito con una luz medio rara, con tintes azulinos que viraban al rojizo.


El Topo trató de retener en su mente el lugar del agujero, y subió lo más rápido que pudo, porque el aviso del capataz para salirde la mina le había llegado hacía un buen rato y él, distraído, se estaba retrasando demasiado. Si no se apuraba, complicaría, para todos, la vuelta al pueblo; y los compañeros tenían familia que esperaba, ansiosa, su regreso. Ese tema, el del regreso, era, precisamente, uno de los que más le dolían al topo. Todos los hombres de Malamuerte tenian mujer e hijos, mientras él sólo tenía la ollita con el guiso. Pero, ¿qué iba a hacer, pobre topo?, si había llegado tarde al reparto de amores y mujeres…Ahí, a Malamuerte, sólo iba, muy de vez en cuando, una rubia teñida que lo acompañaba con el guiso y algo más a cambio de unos pesos, y se iba, dejándolo más solo que cuando sólo tenia la ollita en el fogón. Ignacio, alguna vez, le había propuesto que se quedara con él, pero la rubia tenía muchos topos por la Patagonia y no era cosa de perder el negocio mientras el cuerpo y el estómago le aguantaran. Además, Malamuerte no era, precisamente, un buen lugar para las rubias, le explicaba, porque hasta el agua oxigenada había que traerla de Vidasana, a unos mil kilómetros de ese pobre pueblo minero perdido entre Los Andes Patagónicos.


Unos días después de haber encontrado el agujerito con la luz, elTopo empezó a sentirse inquieto adentro del socavón. Trató de que el capataz lo mandara al mismo sector una y otra vez, hasta que un día pudo meterse por el agujerito y entró a caminar por un túnel medio raro. Tan raro le pareció, que quiso volverse por donde había entrado, pero no pudo encontrar el agujerito, y no le quedó otra posibilidad más que la de seguir caminando por el corredor de la luz azul.


A medida que caminaba, la luz se iba haciendo verde, amarilla, naranja, tanto cambiaba, que el topo pensó que estaba caminando por el arco iris. Ignacio, que sería "El Topo" pero él se llamaba Ignacio desde su bautismo, pensó: este túnel es más divertido que la ollita con el guiso, y siguió caminando. Hasta que se cayó rendido de tanto andar, después de haber pasado por el rojo, el naranja y el amarillo, cuando el túnel empezaba a ponerse de nuevo de color verde tirando al azulado. Al despertar, Ignacio sintió que estaba cerca de la salida. Y así fue. Al llegar al violeta se abrió una puerta. Ahí, el Topo lamentó, por primera vez en su vida, no haberse dado un buen baño como Dios manda, la verdad. Es que la japonesita que le abrió era una muñeca de porcelana transparente. Y el topo se quedó mirándola embobado con los ojos apretados, tan apretados como los rasgados de la muchacha. Ella no se acobardó por la mugre que traía el minero: lo tomó por la ropa mientras fruncía la nariz para tolerar los vahos que emanaban del cuerpo y lo llevó a una tina de aguas claras, que quedaron marrones por la tierra y la roña que salía del caminador de túneles. Después de eso, el topo se avivó: había llegado al otro lado de la tierra, a las antípodas de Malamuerte.


No lo pensó un minuto, y se apresuró a vestirse con el traje de excelente corte que la muchacha le ofrecía. Nuestro amigo no podía creer en su suerte. En su buena suerte al final del túnel. Sobre todo cuando la japonesita entró a mimarlo con mucho más detalle y refinamiento que la rubia, y sin cobrarle ni un yen por la atención.Han pasado cinco años desde que el Topo se metiera por el agujerito de la mina en Malamuerte, allá en el corazón de los Andes Patagónicos. Si lo quieren encontrar, búsquenlo por alguna calle de Kyoto. Lo van a conocer porque la mirada encogida es considerada en Japón como sinónimo de sagacidad. Un amigo de la japonesita lava-topos lo contrató para que lo ayudara a encontrar buenos negocios, y desde entonces, Ignacio es "Míster Corvalán", más conocido como "El ejecutivo de la ollita con el guiso al lado del rescoldo" porque ése es, y ningún otro, el logotipo de todas sus empresas allá, en el lejano Imperio del Sol Naciente.


Cati Cobas