martes, 13 de mayo de 2008

"Al otro lado del mar" por Lola Bertrand


Esta historia pasó hace unos cinco años y es real y virtual como la vida misma. Internet es un saco donde cabe todo y cabemos todos y claro... luego pasa lo que pasa.


El día en que mi hermano Marcel vino a visitarme, con cara más quecircunspecta, supe que algo importante estaba pasando en su vida. Marcel tendría por entonces unos cuarenta y cuatro años. Alto, moreno (con sus buenas entradas), delgado, católico de misa y comunión diaria, con un estado civil algo confuso a mi entender, ya que su primer matrimonio había sido anulado por la Santa Madre Iglesia Católica - aún a esta salturas de la vida- no sé porqué. En fin si les cuento esto es para que puedan entender mejor la historia que relato a continuación.


Pues bien, nada más saludarme, Marcel, me soltó a bocajarro:-Mañana me marcho a Reno (Nevada) para casarme con una americana que he conocido por Internet.Mi estupor no tuvo limites al oír tan rotunda declaración y antes de entrar a la acción (tratar de disuadirlo, fuera como fuese) le pedícon voz de comprensión y ternura (esa que pone uno cuando se quiere enterar de todo) que me explicara la historia con pelos y señales desde el principio y que me dijera todo lo que sabía de la feliz futura desposada... Al fin y al cabo iba a ser mi cuñada y tenía derecho a saber todo lo que él sabía de ella. Marcel me contó que llevaba seis meses hablando a través del chat y del teléfono con la mujer de sus sueños ; era una princesa india y se llamaba Manyloa, tenía cuarenta años, era soltera, millonaria, alta , preciosa. Trabajaba para la CIA, a través de su puesto en el Ejército de los Estados Unidos. Y un montón de cosas más que ya he olvidado, entre ellas una confusa historia donde mezclaba a un hijo y a los extraterrestres.Me quedé estupefacta por sus palabras (no me creí nada de nada) y durante varias horas traté de disuadirlo de lo arriesgado de la aventura que pensaba emprender, pero él erre que erre; que si hay cosas que no se pueden ocultar, que si había visto su foto, que si se querían para toda la vida, que si era su alma gemela. No debo de tener mucho poder de convicción porque Marcel se marchó al día siguiente a Reno (Nevada) vía Chicago y empecé a dudar seriamente de su cordura cuando ya desde el mismo aeropuerto de Chicago me llamo por teléfono para decirme que había unos agentes de la CIA siguiéndole y que seguramente era por que iba a casarse con Manyloa.Esto ocurría el día primero de junio, el diecisiete del mismo mes, cuando fui a buscar a mi hermano al aeropuerto me enteré del resto de la historia...


Cuando Marcel llegó a Reno ( Nevada ) le costó gran trabajo reconocer a Manyloa ( en realidad su nombre verdadero era Margarita Rosario Fernández ), su estatura estaba por debajo del metro sesenta , y pesaba la respetable cantidad de cientotreinta kilos. Su edad, nunca llegamos a saberla a ciencia cierta. Había nacido y crecido en una reserva india en Méjico y todos sus rasgos así lo confirmaban, jamás supimos nada del ejército Americano, ni de la CIA. Manyloa ( Margarita más bien ) se ganaba la vida con una tienda de productos esotéricos que tenía en Reno ( Nevada ) y.... no sé como ( eso pertenece a la privacidad de las personas ) esa misma noche se llevó a Marcel a la cama . El día 4 de Junio se casaron ante un juez de esos que salen en las películas y que uno no saben bien si es un juez o un actor. El día seis de Junio Manyloa (Margarita más bien) le comunicó a Marcelque estaba embarazada de gemelos y según él, le enseño un documento medico que así lo atestiguaba. Yo no salía de mi asombro con tantas novedades ¡Iba a ser tía de dos indios americanos ¡Ya en su casa, Marcel, empezó a deshacer el equipaje ¡Traía en su maleta un montón de novedades ¡Ahora era príncipe consorte (según él) y depositario de los tesoros de la tribu (según Margarita- Manyloa ). Para convencerme sacó de una bolsita de cuero un pesado collar de oro (latón dorado) que ella le había regalado diciéndole que era el símbolo de su rango y me enseñó un anillo de diamantes (piedra blanca y reluciente sin más) que también ella le había regalado. Un tasador nos dijo que más de dos dólares no valía el tan preciado anillo de compromiso. Ahhh, se me olvidaba, un gorrito de piel de nutria (conejo) , tipo David Croquet, que inmediatamente se encasquetó en la cabeza.Mi mente empezó a cavilar a toda marcha: esto es lisa y llanamente la venganza de los indios. Tantos años siendo comprados por collares de cuentas de colores y ahora en pleno siglo XXI nos devuelven la jugada y tuvo que ser un descendiente de mis ilustres antepasados el que picara: ¡qué vergüenza! El día 28 de Junio solicitó el divorcio de Manyloa (Margarita másbien), le costó mas de seis mil dólares y un montón de inconvenientes. De ella nunca más se supo, ni de los gemelos que esperaba y aun hoy, cinco años después, nos queda la duda de si un par de indios americanos llevan por ahí nuestra sangre y nuestros genes.Marcel a modo de disculpa solamente me dijo que ella le había dado un bebedizo afrodisiaco.Yo no me lo creí...ni nadie con dos dedos de frente.


Lola Bertrand


(esta historia es verídica, solamente han sido cambiados los nombres de los protagonistas)

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