jueves, 13 de noviembre de 2008

LA CAUSA DE MI CRISIS (O crisis de la edad media) Por Merche Baratas


Entrevista realizada a José Díaz Muñoz
Por Merche Baratas Mateo
Supervisión y adaptación a la web por Ana Isabel López Olmedo
Fotografías realizadas por Maria Teresa Redondo de Paz..

Presentación:
El objetivo de la entrevista es mostrar los quehaceres de una profesión que está comenzando a desaparecer. Sus locales comienzan a sufrir las mejoras pertinentes para adaptarse a los nuevos tiempos, transformándose en peluquerías o salones de belleza. El mobiliario, tan característico de las antiguas barberías, quedará en nuestra memoria. La barbería de Pepe, la de Los Navalucillos, se va a apuntar a este proceso de reforma, que no deja de ser necesaria, pero que, de manera inevitable, se llevará con ella, ese sabor añejo, familiar y nostálgico.
Todo empezó el día que, en un alarde de autoconfianza, me atreví a escribir a la webmaster de http://www.los-navalucillos.com/ a la que comuniqué mi intención de "entrevistar" a Pepe. Como sea que éste es un personaje de Los Navalucillos, Ana (que así se llama nuestra webmaster) ofreció generosa un lugar en la sección personajes para que José Díaz Muñoz (que así se llama Pepe) nos hablara de la barbería. Desde este momento me puse manos a la obra para preparar la cita.
Llegó el día y allí estaba, plantada delante de la puerta, sin atreverme a entrar. A través de las ventanas se podía ver a un Pepe afanado* en su tarea. Llovía. Minutos después ya ejercía como intrépida entrevistadora. Era tan sencillo como charlar con Pepe, como tantas otras veces, ya fuera de pie en la barbería o al abrigo de la mesa camilla, o una improvisada tertulia al aire libre.

* Nota: Durante la entrevista Pepe estaba "arreglando" a un cliente, cuyas intervenciones haré destacar en color verde. La entrevistas fue realizada meses antes de la reforma del local.

Merche Baratas: ¿Cuánto tiempo hace que empezaste con esto de la peluquería?
Pepe, maquinilla eléctrica en mano, continúa pelando a su cliente. Éste se encuentra sentado en un sillón blanco y plateado como traído de las películas de Hollywood, e interviene en la conversación para aclarar que a Pepe se le debe llamar barbero y no peluquero a lo que Pepe responde que a él realmente le da lo mismo.
Pepe: Desde el año 52 en que mi padre hizo la casa, pero ya viene la tradición desde mi abuelo.
SILENCIO… sólo el sonido de la maquinilla eléctrica…

Y en aquel tiempo, los barberos ¿tenían más funciones, no? .
Cliente: ¡Sacamuelas!
Exacto, eso se lo oí a mi padre, ¡qué las sacaban… y a dolor vivo, que entonces no había inyecciones, por lo visto, y les hacían "pol-vo"!
El cliente parece recordar un episodio y dice:
Anda… que el qué me sacó a mí…

¿Eran también practicantes, verdad?.
De todo -y sigue-, mi padre dice qué cuándo el Sr. Vicente le enseñó, éste empezó sacando muelas y poniendo inyecciones y así, pasito a pasito se haría practicante. No sé si haría algún curso en esos tiempos… pero lo cierto que así empezó.

Él -refiriéndome al cliente- ¿conoció a tu padre o al señor Vicente? —interrogo.
- A los dos. -es el propio aludido quien responde-.

Intuyo, qué usted lleva siendo cliente de esta barbería…
Bueno… de siempre…de toda la vida.
Porque otra cosa -me corta Pepe-, éste y yo somos de la quinta, y ha conocido pues a todos… al señor Vicente…
- ¡Ya ves, si no le voy a conocer que me hizo polvo las muelas! —recuerda el cliente.
- Me sacó… que estuve cuatro o cinco días enfermo…
Y después… ¿cómo han cambiado? … porque ahora te veo que estás con una maquinilla…
-¡Claro! —Pepe dirige su mirada a la repisa de su derecha— Antes se trabajaba con esas de mano… y ahora, éstas, ya más modernas…

¿Antes era sólo tijera y navaja? —pregunto sin saber muy bien a qué me refiero si a cortar el pelo o afeitar.
No… con la máquina de mover las manos… las manos hay que moverlas —me dice Pepe.
El cliente es más explicito y me contesta a la vez que señala con un giro de cabeza:
- Esas de ahí…Esas máquinas son con las que se cortaba el pelo antes.
¡Pero estas máquinas son antiquísimas! -me sorprendo-
¡Claro! … por eso han venido luego esas modernas…

Viendo la barbería es un museo lo que tienes aquí…empezando por los sillones, estos sillones son de autentico barbero pues eso… vamos de sacamuelas…
Pepe: Lleva muchos años… de estos sillones ya se van viendo pocos. Y cómo te dije, más antiguos son todavía esos de madera.

¿Todas estas cosas eran de tu padre?
Sí, mi padre la estableció así. Mi padre se estableció así. No ha cambiado nada desde entonces.

Lo que sí habrá cambiado serán las marcas de los botes de colonia y de las cremas, ¿no?, que según ha ido avanzando…
Bueno, y también que estaba pintada… la barbería estaba "pintá" y luego ya se puso esta tablilla -señala-.
El cliente interviene: —la puse yo.
Eso sí… el Floyd, el Luky… todas esas cosas…el Varón Dandy… esos sí… esos son de siempre. —¡¡¡De señor!!! —dice Pepe en tono cantarín.

¿Esos los sigue pidiendo el cliente?, es decir, que ahora todos estos "Paul Gautier" y estas historias de estilistas modernos…
Noo… ¡las modernas no! ¡De señor! -y hace énfasis en señor-. Aquí vamos a lo clásico.
Cuando aparecían por aquí los viajantes de Geniol era un lujo, porque sino te tocaba ir a Talavera a comprar las provisiones y en aquellos tiempos las carreteras no eran como ahora. Más de un viaje en burro nos ha tocado hacer.
Con mi grabadora colgada del cuello, paseo por la estancia. Me detengo en la estantería de cristal. Cojo un recipiente plateado y pregunto:

¿Y esta "perita" qué tenemos por aquí?
Pepe: Eso era para el agua, para mojar el pelo. Esa tenía una goma… un "espolín"… Pepe
-Vamos, un pulverizador- afirmo convencida.
Pepe habla como si justificase el hecho de no seguir utilizándolo. -"Es que ya esas gomas no se venden"-.
El cliente que parece saber tanto como el barbero apostilla:
- Claro. Y la otra que hay ahí, en la parte de arriba… era una polvera. Cojo el útil entre mis manos y observo que en el extremo tiene una especie de filtro, como un colador diminuto de hilos metálicos, y tanto Pepe como el cliente me sacan de la duda, por ahí se echaría el talco.
Dejo el recipiente en su estante y reparo en las navajas…
Son como las navajas que salían en las películas del oeste.
Ahora ya son más modernas. Ahora van con cuchillas…

Y me contabas el otro día, que en época en la que la regentaba tu padre no ponía ni barbería ni peluquería sino que tenía unas cuenquitas… —le hago recordar a Pepe:
Eso eran una "bacias" lo que había. Exagerando un poco, digamos que se ponía a los clientes en el cuello a modo de babero y se sujetaba con la mano… ¡A mi padre, yo creo que no le vi utilizarlo! Lo qué pasa que sí que los tenía… Antiguamente era lo que se colgaba en la puerta para indicar que esto era una barbería.
…tenía unos ganchitos —continúa Pepe, a la vez que sigue "parece que lo estoy viendo…
En la mirada de Pepe, yo también lo veo, veo a ese niño que aún con la legaña puesta acompaña cada día a su padre… veo a Dionisio y a Pepe alcanzando las bacias… veo al padre que cuelga de "los ganchitos" los aperos que dan nombre a su oficio… me viene el olor de una calle Real recién regada, el aroma de un verano de buena cosecha…

Por lo que me cuentas, podemos dar fe qué tú y tu hermano de pequeñitos fuisteis mamando el oficio.
Pepe asiente.
La peluquería, el oficio… sí…siempre, siempre, siempre…"

Normalmente las peluquerías estaban en una de las salas de la casa… En este caso, ¿lo qué hay a continuación era vuestra casa, dónde vivíais?.
Sí, sí, sí...-afirma señalando la puerta que se esconde tras la cortina-.
Y esta mesa camilla que a mí me ha llamado la atención desde siempre.
Está ahí, pues eso, desde siempre. Pá calentarse… Eso tenía un brasero…
Claro, claro… —le corto a Pepe. (pues yo pertenezco a esa generación que conoció los braseros de ascuas) Me refiero a que será testigo de numerosas tertulias ¿no?
Hubo un tiempo, te estoy hablando de los años 50 en el que no todos tenían radio en su casa y en ese sentido la barbería se convertía en punto de encuentro, sobre todo recuerdo, la ilusión con la que se vivía el gordo de Navidad.

Cuántas historias habrán presenciado estas pareces, ¿verdad?.
Pues si, son tantos y tantos recuerdos.
La mirada de Pepe se detiene en una silla -la más pequeñita de la barbería- con el asiento de esparto protegido por un fino cojín y toda ella de madera.
Mira, en esa sillita mi madre se pasaba horas y horas cosiendo, me hacía compañía y a la vez pasaba el rato.

Esta peluquería habrá visto pasar a varias generaciones.
-¡Bueno, ya te digo!, y anda qué el torito también"…
(risas)
El torito, ese negro que ves allí, era uno de mis juguetes cuando era pequeño, entonces mi padre era el barbero, ¿qué cosas!...como pasa el tiempo.
¡Eh! Muchos padres me dicen -"cuidao Pepe qué antes tu padre me le daba a mí, "pá" entretenerme de chico y ahora mi hijo tiene que entretenerse con el mismo toro" .
He cogido el toro del estante y observo que tiene un cuerno afeitado. Por lo demás, está entero, un verdadero superviviente que lleva más de cincuenta y cinco años sosteniéndose sobre sus patas. "Vamos, torito")

Pues, eso qué te digo. En los años 70 cuando el pueblo era próspero y bastante más numeroso en habitantes que hoy día, había varias barberías y más tarde sólo quedó la de tu familia. Lo que vas a hacer ahora con tu nueva barbería es cambiar…
En aquellos tiempos llegó a haber seis mil o siente mil vecinos y barberías...la de Militón, Cripriano, Ramón...uhmmm, bueno unas cuentas, no recuerdo.
Muchos emigraron a la capital, mientras mi padre siguió con lo suyo.
Ahora toca...cambiar.
Observo un halo de "noséqué" en el rostro de mi amigo Pepe, mientras los tres susurrando, cada cual con sus propios pensamientos.

Pero, de estas cosas no se desprende uno de cualquier manera…
-¡No!

Porque esto es un museo.
Hasta anticuarios han venido por este sillón…


Merche Baratas Mateo para www.los-navalucillos.com
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